INFORMACIONES SOBRE LAS INSTALACIONES DE GAS

• Instalaciones de gas

  

  Todos los aparatos que vayan a hacer uso del gas para su funcionamiento deben estar conectados a una red de conducciones de cobre que permita su alimentación desde la fuente de suministro (sea ésta un depósito o una sola botella de gas).

  La entrada a cada aparato debería disponer de una llave-regulador independiente bien tarado a la presión óptima de funcionamiento de cada uno de ellos, que permita a su vez el cierre del circuito cuando no esté en uso.

  Al extremo final de esa red debe existir al menos una llave general de "paso" o de corte, que permita interrumpir la entrada de gas en todo el circuito en caso necesario.

  La conexión del circuito al envase de alimentación de gas ha de realizarse por medio de un tubo flexible en el caso de las botellas, que irá unido a un regulador de presión de salida que se conectará a la válvula superior de la botella.

  El regulador se hace imprescindible para reducir la alta presión de envasado a la presión de trabajo de los aparatos, como dijimos antes al hablar del almacenamiento.

  

  De su correcto funcionamiento depende tanto el buen rendimiento de todos los aparatos conectados, como su mayor o menor duración en el tiempo y la prevención de averías en ellos, además, claro está, la propia seguridad de toda la instalación y la prevención de posibles riesgos.

  Una instalación de gas ha de ser realizada por una Empresa Instaladora Autorizada por el Organismo Territorial Competente y ajustarse a todas los requisitos legales vigentes. La Empresa debe emitir y firmar un Certificado de Nueva Instalación. De otro modo no será posible el suministro de gas para su uso.
  (No se consideran incluídas en esta instalación de gas los posibles circuitos de distribución de ACS -Agua Caliente Sanitaria- ni de calefacción, que son más propiamente circuitos de simple fontanería).

  En cada local, recinto o habitación donde se encuentre alojado un aparato que funcione con gas es imprescindible que existan dos rejillas de ventilación que comuniquen al exterior, una situada en la parte alta y la otra baja, lo más cerca posible del suelo. Son necesarias para prevenir la acumulación del gas en caso de fugas, y nunca deben ser tapadas u obstruídas con ningún tipo de objeto, mueble o elemento decorativo, permitiendo la libre circulación del aire por toda la estancia.